Celebramos hoy el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia rememorando a las mujeres que han sido galardonadas con el Premio Nobel. Dado que la efeméride hace referencia a la Ciencia, contemplamos a las premiadas en los campos de Física y Química.
A la vez, queremos comparar las cifras entre individuos de ambos sexos que han recibido este galardón, pues, si por algo destaca el premio es, entre otras cosas, por el escaso número de mujeres que han sido premiadas.
Como sabréis, los Premios Nobel son el centro neurálgico de las disciplinas relacionadas con la Ciencia, Medicina, Literatura, Economía y Paz, y se celebran anualmente desde el año 1900. Veamos quiénes han sido desde los inicios las galardonadas.

La primera mujer premiada con un Nobel fue Marie Curie en el año 1903. Primero, recibió el Nobel de Física, y en 1911 el de Química. Esta científica polaca nacionalizada francesa fue pionera en el campo de la radiactividad, además, fue la primera catedrática de la Universidad de la Sorbona en París.
Pero nada de esto le resultó sencillo. A Curie no se le permitió ingresar en una institución de educación superior por el hecho de ser mujer; se vio obligada a ingresar junto a su hermana Bronislawa en una universidad clandestina polaca que sí admitía mujeres. Años más tarde, cuando recibió el Nobel junto a su esposo Pierre Curie y Henri Becquerel, no obtuvo el mismo reconocimiento que su esposo también por ser mujer. Dicho lo anterior no debe sorprendernos que la cátedra de Física en la Universidad de la Sorbona, la cual desempeñaba su esposo, no fue ocupada por Marie hasta que este falleció.

Siguiendo la estela de su figura materna sobre elementos radiactivos, la hija de Marie y Pierre Curie recibió el Nobel de Química en 1935, junto a su esposo Frédéric Joliot-Curie. Sus investigaciones se centran principalmente en física nuclear, en la búsqueda de la estructura del átomo, lo que fue la base para el descubrimiento del neutrón en 1932.
Sobre su figura, cabe decir que Irène se vio inmersa en política tras ser nombrada Secretaria de Estado de Investigación Científica, puesto que aceptó con unos objetivos muy claros, queriendo luchar por la mejora en los presupuestos dedicados a la investigación y por la educación de las mujeres. También estuvo fuertemente vinculada y comprometida con los movimientos antifascista, feminista y pacifista.
Nacida en Polonia y nacionalizada en Estados Unidos, fue galardonada con el Nobel de Física en 1963 por sus descubrimientos sobre la estructura de capas nuclear.
Su familia, de tradición académica, le facilitó el verse a menudo rodeada de intelectuales y profesores de Universidad. Por eso, en 1930 ya tenía concluida su tesis doctoral. No obstante, tampoco Goeppert tuvo una situación fácil: tras mudarse con su esposo a Estados Unidos, su marido Joseph E. Mayer, obtuvo su plaza como profesor en la Universidad Johns Hopkins, y después en la Universidad de Columbia y en la de Chicago. A Maria Goeppert, por su parte, solo se le permitió trabajar como investigadora voluntaria y sin tener derecho a remuneración alguna hasta los 53 años, momento en que obtuvo un puesto remunerado a tiempo completo en la Universidad de California.
Nacida en El Cairo (Egipto) y nacionalizada en Reino Unido, esta científica recibió el Nobel de Química en 1964, gracias a sus aportaciones sobre el desarrollo de cristalografía de proteínas. De hecho, se le considera pionera en los estudios de biomoléculas mediante técnicas de cristalografía de rayos X.
Dorothy estudió en la Universidad de Oxford, que solo tenía una estudiante por cada cinco varones. En esta Universidad no se les permitía a las mujeres participar en debates organizados ni entrar en el restaurante (a excepción de autorización del decano o acompañadas por un hombre).
Cuando se dispuso a realizar la tesis doctoral en la Universidad de Cambridge, conoció a John Bernal, quien sí creía en la igualdad de oportunidades para las mujeres y la admitió con entusiasmo en su laboratorio. Desde entonces, Dorothy ocupó el cargo de primera investigadora y tutora en química en la Universidad de Oxford, cosechando una carrera profesional brillante y siendo reconocida en múltiples ocasiones.

Recibió el Nobel de Química en 2009 por sus estudios en la función y estructura de los ribosomas, premio compartido con Venkatraman Ramakrishnan y Thomas A. Steitz.
Esta investigadora israelí tenía muy claro desde pequeña sus ambiciones como científica, y su familia la apoyaba, no obstante, el único factor desfavorable era la economía familiar. Pese a ello, consiguió su objetivo y a día de hoy es una experta en su disciplina, que cuenta con numerosos premios y forma parte de diferentes sociedades científicas.
Es la tercera científica de la historia ganadora del Premio Nobel de Física en 2018. De origen Canadiense, recibió el premio por el estudio sobre amplificación de pulso gorjeado, junto con Gérard Mourou y Arthur Ashkin.
Además del Nobel, ha recibido otros premios por su línea de investigación. También se convirtió en 2008 en miembro de la Sociedad Óptica Estadounidense, y fue presidenta y vicepresidenta. Cabe mencionar además que ha colaborado como editora en la publicación Optics Letters.
El mismo año que Strickland, la estadounidense Frances Arnold recibió el Premio Nobel de Química por la evolución dirigida de enzimas, junto con George P. Smith y Gregory Winter.
Arnold desarrolla sus actividades en el Instituto de Tecnología de California, donde investiga e imparte docencia. Durante la última década atesora más de diez galardones, todos ellos vinculados con su carrera profesional.
Las anteriores mujeres mencionadas son las únicas que han recibido un Premio Nobel en los campos de la Física y la Química a lo largo de la historia. Si miramos hacia atrás, ya son 120 años de trayectoria de unos premios que en Física han galardonado solo a 3 mujeres; frente a 5 en Química, el resto de galardones ha sido para varones.
En el resto de categorías, el total de mujeres premiadas es también muy bajo, si bien en los últimos años parece que la presencia de las mujeres pesa más, a pesar de dificultades que siguen vigentes, tales como la brecha salarial o el techo de cristal, expresiones de vigente actualidad que hacen referencia a desigualdades laborales entre hombres y mujeres en ámbito laboral.
Con la entrada de hoy, nos hemos querido hacer eco de la presencia y el trabajo de grandes científicas que han luchado a pesar del desfavorable contexto social en el que se han visto sumergidas para continuar su labor científica. Pero no solo eso, también queremos aplaudir a todas aquellas heroínas anónimas que no han sido visibles a la Historia; heroínas de todas partes del mundo y de distintas épocas, algunas con todavía más dificultades que otras y cuya tarea ha sido más ardua a la vez que más invisible. Por todas ellas.