Si revisamos cualquier manual de historia de la Bibliografía, encontraremos en sus orígenes estos elementos: los pinakes o tablas de autores, y para hablar de ello tendremos que situarnos en la Alejandría del siglo III a.C.

Biblioteca de Alejandría. Fuente: Wikipedia.

Al hablar de Pinakes (en griego antiguo significa ‘tablas’) nos referimos a los primeros catálogos de libros que elaboró Calímaco de Cirene en el siglo III a.C. El nombre original de este instrumento era el de Tablas de los que destacaron en todas las ramas del saber, y en estas se recogían todos los personajes que hasta el momento habían escrito, las cuales se cree que alcanzaban no menos de 120 libros.

Calímaco de Cirene fue el sucesor de Zenódoto de Éfeso, el primer bibliotecario de la Biblioteca de Alejandría. Hasta que alcanzó su puesto de bibliotecario, ninguno antes había tratado de establecer ningún criterio para ordenar los libros. A su llegada, se le encargó un catálogo para dar noticia de los tesoros bibliográficos que albergaba la famosa Biblioteca de Alejandría, y así fue cómo surgieron los Pinakes.

La importancia del catálogo radica ya no solo en la propia elaboración, sino que además estaba ordenado por temas y autores. También incluía reseñas de las obras y dividía las obras por géneros: Retórica, Épica, Legal, Tragedia, Comedia, Poesía lírica; y en cinco tipos de prosa: Ciencia Natural, Matemáticas, Medicina, Historia y Miscelánea. Cada categoría se ordenaba alfabéticamente por autor.

Los pinakes fueron indispensables para los bibliotecarios de toda la geografía del Mediterráneo durante siglos. Su influencia llega hasta tiempos medievales, y variaciones del sistema de Calímaco fueron usadas hasta que se desarrolló el Sistema Dewey de clasificación en 1876.

A día de hoy se conocen pocos fragmentos del catálogo, pero ha sido posible conocer la obra por reseñas de varios autores antiguos, lo cual ha permitido reconstruirlo y considerarlo una auténtica fuente de información de la producción literaria de la antigua Grecia.

En la antigua Roma también surgieron una especie de catálogos de editores y libreros conocidos como Pilae. Su aparición responde a la necesidad de los libreros de exponer en las puertas de sus negocios la relación de títulos de las obras que tenían a la venta. Más tarde, en la Edad Media destacan los Catalogus, (también conocidos como Index y Nomenclaturas) de acuerdo con la literatura hagiográfica, pero no es hasta el siglo XV cuando se inicia la conocida como la primera etapa de desarrollo de la Bibliografía.

Bibliographie Annamite. Fuente: Biblioteca Digital Mundial.

A día de hoy, la Bibliografía es una ciencia aplicada, la ciencia de los repertorios. No obstante, para llegar a esta concepción ha tenido que pasar por muchas vicisitudes: ha sido considerada ciencia de describir libros, conocimiento de los manuscritos, ciencia del libro, ciencia de la biblioteca, parte de la Documentación que se ocupa de los impresos, entre otras concepciones que aún perduran en la actualidad. Además, durante la anteriormente mencionada primera etapa de la Bibliografía, las prácticas entorno a la Bibliografía han sido inconsistentes, aunque sin duda han servido para salvar de la destrucción y del olvido los textos del pasado. En adelante, ya en la segunda etapa de la Bibliografía (ss. XX – XXI) es cuando la Bibliografía ha definido sus fines, descubierto sus reglas y forjado sus medios.

Hasta aquí la entrada de hoy. Ante cualquier cuestión o sugerencia, no dudéis en dejar vuestros comentarios o escribir directamente a info@universoescrito.com

Los pinakes de Calímaco ¿el germen de la Bibliografía?

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